Canadá acaba de legalizar el consumo de marihuana, Uruguay sigue sus pasos y otros países están debatiendo nuevas leyes en ese sentido.
La Comisión Global de Política de Drogas, un panel independiente de expertos, exmandatarios e intelectuales, afirmó en su más reciente informe que la regulación de las drogas es la mejor forma de contrarrestar el poder de las organizaciones criminales.
El expresidente de Chile Ricardo Lagos, habló sobre el presente y futuro del crucial tema de las drogas.
Muy pocos debates parecen estar cobrando tanta fuerza, y generando tal controversia, en todo el continente americano como el de la regulación de las drogas. Aunque algunos países, como Colombia y Estados Unidos, continúan apoyando políticas prohibicionistas, el debate parece estar tomando fuerza como alternativa a las medidas represivas.
¿De qué hablamos cuando hablamos de regulación de drogas?
Presidente Ricardo Lagos (RL): Decir que todo es ilegal y que se va a eliminar no es suficiente. No ha servido.
Este es un tema profundo y difícil, no hay respuestas fáciles.
Nosotros planteamos que es posible tener una mirada diferente sobre las drogas, que se pueden regular como se hace con el alcohol y el tabaco, lo que hoy nos parece natural.
Este es un tema de prueba y error pero sí vemos que cuando se toman ciertas medidas, hay cambios.
Por ejemplo, a los adictos que ya no se van a recuperar y que están dispuestos a hacer cualquier cosa, cometer cualquier crimen, para seguir obteniendo la droga, hay que tratarlos en los sistemas de salud.
Ahí, con esa sola medida, ya estaríamos sustrayendo un tercio de la demanda mundial de drogas, un tercio de los ingresos de las organizaciones criminales.
IC: En América Latina parece haber dos escuelas de pensamiento: algunos países están experimentando con la legalización de algunas drogas (Uruguay) y otros están completamente en contra (Colombia).
RL: Hace diez años, cuando comenzó a hablarse de la regulación de las drogas, era algo muy difícil de debatir con tranquilidad. Hoy se ha ganado un espacio importante de legitimidad para debatir el tema.
Por supuesto que es algo que no está resuelto ni mucho menos, pero se acepta que debe hablarse. Hay un camino muy largo por recorrer porque todavía hay una percepción de que los riesgos de legalizar el consumo son muy altos, y [no se sabe] en qué medida legalizar en un país puede impactar en otros.
IC: ¿Qué avances y desafíos ve?
RL: Creo que ha habido muchos avances.
Que en Chile se esté discutiendo el consumo personal de cannabis medicinal es un avance, por ejemplo.
Lo más importante es entender que este no es un tema de política doméstica, que en el tema de la lucha contra la droga tiene que haber un abordaje internacional.
La clave, en el tema de la droga, son los avances graduales y tener una buena interacción con la ciudadanía. No basta con que el legislador se encierre en el congreso y empiece a legislar. Es indispensable que se abra a un diálogo con la sociedad porque es un tema muy de fondo que va a conllevar un gran debate.
IC: ¿Qué opina de la experiencia de Uruguay?
RL: Uruguay lleva la delantera, pero es cierto también que es un país pequeño, que no es productor de droga y por lo tanto allí el abordaje es más fácil.
Pero en muchos de nuestros países la droga está íntimamente relacionada con el tema de la pobreza. Ese es un elemento adicional: cómo se combate la regulación de la droga en circunstancias de extrema pobreza donde la droga tiene un espacio tan importante.
También creo que este es un tema dinámico y que depende de cada lugar.
No hay una norma que funcione para todos, y cada país es diferente, con experiencias distintas. Lo que funciona en Uruguay, por ejemplo, puede que no sea lo que funcione en Chile y lo que funcione en Chile [puede] que no funcione en Brasil.
IC: ¿Cuál es la diferencia entre la regulación de drogas como la marihuana, que está más avanzada, y la cocaína, por ejemplo, cuyo debate todavía no se está dando?
RL: Ese es un debate que se está empezando a dar. Una cosa es regular el cannabis, que es un debate que está avanzado en varios países y otra cosa muy distinta es hablar de cocaína y drogas más fuertes.
Debería haber una política muy efectiva sobre las drogas más duras, enfocándose, por ejemplo, en el núcleo más reducido de los consumidores que no pueden curarse.
IC: ¿Qué opina del modelo de Portugal? ¿Podría funcionar en América Latina?
RL: A la experiencia de Portugal la critican porque ha hecho aumentar la demanda de droga y eso es algo que se cita como pregunta cuando se debate la regulación. Pero habría que ver en qué medida es un aumento de la demanda artificial producto de la novedad que luego se estabiliza.
En todo caso, es claro que al tratar estos temas hay riesgos.
Así como hay una campaña para que la gente no fume o beba, habría que hacer una para que la gente no se drogue.
Esas son algunos de los desafíos que se presentan cuando un solo país regula. Por eso tiene que haber una cierta coordinación con países vecinos.
Los mercados de la droga requieren políticas integradas a nivel regional.
IC: ¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta la regulación?
RL: El principal desafío es que cualquier legislación tiene que ser objeto de un intenso debate a nivel de la sociedad. Esto no se puede hacer solo entre cuatro paredes con proyectos técnicos, porque, al fin, esto involucra a vastos sectores de la sociedad.
Y cualquier cambio tiene que ser gradual. Lo natural es el rechazo absoluto de las drogas entonces hay que iniciar el debate de a poco, abriendo los varios puntos de vista, explicando, y eso es determinante a futuro.
Pero así el debate es más rico porque cada país se convierte en una experiencia única.
Fuente: Insight Crime